Breve historia de la pornografía
Ana Cecilia Escobar
Licenciada en Ciencias de la Comunicación del Tecnológico de Monterrey. Editora de Swagger.
Escena de "El Sartorio", la que se supone fue una de las primeras películas pornográficas, filmada en Argentina en 1907
Este es un interesante recorrido histórico de la pornografía. Por lo visto, el problema radica en lo tergiversado del asunto (la pornografía infantil, por ejemplo) y no, en lo absoluto, en la necesidad del humano de expresar y de ver expresada su sexualidad. Este, del mismo modo, es solo un punto de vista. ustedes sacarán sus propias conclusiones. (Nota del editor de Pornografía en serio).
No es poco común que la pornografía se tache como uno de los males de la sociedad y evidencia de la decadencia de nuestra era. La tecnología tanto de grabación como de difusión en la red parecen hacerla más generalizada y accesible, pero el fenómeno de su creación y consumo no es nada nuevo.
La pornografía se remonta antes del video y las fotografía, por lo que muchos científicos creen que la evolución predispuso a los humanos a la excitación visual. La diversidad de materiales pornográficos a los largo de la historia refuerzan la teoría, o al menos dejan claro el interés de la humanidad por los estímulos sexuales.
Erótica a la antigua
La mera definición de pornografía es subjetiva, pero en general se define como el material diseñado con el mero propósito de excitación sexual, sin ningún tipo de mérito artístico.
El estándar de las primeras representaciones eróticas humanas, podrían no tener nada que ver con el sentido tradicional de la pornografía. Hace 30 mil años, los pueblos paleolíticos escarbaban figuritas de mujeres embarazadas con grandes senos y gruesos muslos tanto de piedra como de madera. Los expertos dudan que las estatuillas conocidas como “Venus” tuvieran como propósito la excitación sexual, sino que más bien eran símbolos de fertilidad o iconos religiosos.
Mucho más tarde, los antiguos griegos y romanos crearon esculturas públicas y frescos que retrataban actos de homosexualidad, sexo entre tres personas, felación y cunnilingus. Mientras tanto, en la India durante el siglo dos, el Kama Sutra era mitad manual sexual, mitad de relaciones humanas. Los Moche del Perú antiguo pintaron escenas sexuales en cerámica, mientras que la aristocracia del siglo 16 en Japón admiraba las imágenes eróticas talladas en madera.
En Europa muchos materiales explícitos tenían también un propósito político, no solo pornográfico. De acuerdo al profesor de arte de la Universidad de Ohio, Joseph Slade, los revolucionarios franceses usaron panfletos sumamente sexuales para satirizar a la aristocracia. También afirma que el brutal trabajo del Marqués de Sade tenía su propósito filosófico.
La pornografía
La idea del “porno por el porno” se extendió hasta 1800. Las novelas eróticas se imprimían desde mediados de 1600 en Francia (aunque la identificación de su autor se castigaba con la cárcel) pero tuvieron que pasar 100 años para que la primera novela pornográfica en inglés, "Memoirs of a Woman of Pleasure" (también conocida como Fanny Hill) se publicara en 1748.
La célebre novela es explícita, pero se compone de multitud de eufemismos que cubren actos de bisexualidad, sexo grupal, masoquismo y otros temas tabú en la sociedad de su tiempo. Para 1888, el auto anónimo de “My Secret Life” escribía con un vocabulario que haría más de uno sonrojarse en la actualidad.
Con la tecnología llegó la innovación en el género. En 1839 Lous Daguerre inventó el daguerrotipo, un paso previo a la fotografía. Casi inmediatamente se convirtió en herramienta óptima para crear pornografía. La imagen más erotica más antigua data de 1846, en la que aparece un hombre que con toda seriedad inserta su pene dentro de la vagina de una mujer con una expresión igual de solemne.
Algo similar ocurrió con el video. En 1896, los cineastas franceses exploraban las posibilidades eróticas del medio con cortos mudos como el famoso “Le Coucher de la Marie” en el que una mujer se quita la ropa. El sexo gráfico apareció hasta el nuevo siglo, mismas que normalmente se proyectaban para un público compuesto completamente por hombres y con imágenes mucho menos gráficas que la pornografía moderna.
El boom
Durante mucho tiempo las cintas eróticas se mantuvieron un pefil bajo, hasta que llegó la era de la revolución sexual. En los años 70, la generación joven le abrió la puerta a la proyección de cintas sexualmente explicitas. Los cines se multiplicaron, luego las cintas Beta y VHS, más tarde los DVDs y finalmente la propagación propia de Internet, que no sólo incluye las producciones profesionales, sino la pornografía hecha en casa.
El cambio entre las cintas pornográficas vistas en público y las rentas privadas –descargas de internet posteriores- cambiaron el tipo de actos que aparecen en pantalla. De acuerdo a Slade, la privacidad provocó un deseo por cintas con fetiches específicos y en ocasiones comportamiento sexual fuera de lo normal. En 1994, un estudio comparativo de pornografía realizado por Carnergie Hall, encontró que el 48% de las descargas de contenido estaban fuera de lo normal, con representaciones de bestialidad, incesto y pedofilia. Menos del 5% de las descargas mostraban sexo vaginal. Lo anterior podría deberse, indudablemente a que las películas y revistas tradicionales de los 90 tenían cubierta la estimulación más común y los usuarios acudían a la red en búsqueda de temáticas difíciles de conseguir.
El panorama del nuevo siglo es distinto. Aunque existe pornografía en toda la red, el tamaño real de la industria es un misterio. No existe un registro oficial y apenas se cuentan los estudios sobre economía de la pornografía. Uno de los pocos estimados que existen fue publicado por Adult Video News, una revista de intercambio dentro de la industria, en este se estima que las ventas de revistas, videos, renta de contenido y juguetes sexuales alcanzaron los 6 mil millones de dólares en 2007 en Estados Unidos. La cifra ha sido discutida ampliamente a lo largo de los años, pues, entre otras cosas, no toma en cuenta los videos amateur gratuitos y las fotografías eróticas en redes como Flickr o Instagram.
Fuera de la ganancia económica que la pornografía genera, sin duda atrae muchas miradas. Un estudio realizado con estudiantes universitarios en 2008, demostró que el 87% de los hombres y el 31% de las mujeres consumen pornografía. En 2009, el profesor de la Universidad de Montreal Simon Louis Lajenunesse apareció en los diarios locales, cuando anució su intento por comprender el impacto de la pornografía en la sexualidad de los hombres jóvenes, pero no le fue posible encontrar un grupo, pues localizar un chico en sus 20 que no haya visto pornografía, es prácticamente imposible.
Efectos
¿Qué nos hace la pornografía? La pregunta es sumamente controversial. Los contenidos pornográficos siguen lineamientos más o menos generalizados, pero los críticos argumentan que la enorme competencia ha llevado a un incremento en el abuso verbal de las mujeres retratado en las cintas realizadas para hombres heterosexuales.
Chyn Sun, profesor de estudios mediáticos en New York University, analizó varios éxitos de la industria pornográfica y encontró que la agresión física y verbal contra las mujeres está presentes en el 90% de las escenas porno. Además, las películas dirigidas por mujeres no hacen ninguna diferencia en la tendencia.
Sun argumenta que estas imágenes resultan dañinas para las vidas sexuales de las personas y ayudan a cimentar los estereotipos negativos sobre las mujeres. Pero no todos están de acuerdo. El sexólogo de San Francisco, Prosterman señala que los estudios han fallado en trazar una relación clara entre la pornografía y el comportamiento sexual criminal. Además, afirma que la pornografía funciona para que la gente explore sus deseos sexuales.
El debate, en resumen existe desde siempre y la costumbre de la gente de consumir imágenes eróticas persiste también. El editor de Adult Video News opina al respecto “la mayoría de la gente disfruta del sexo. Y un segmento bastante importante disfruta al ver a otros tener sexo. La gente tiene actividad sexual y eso es lo que la industria de entretenimiento para adultos, les brinda.”
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